Ya han pasado 3 años del secuestro y asesinato de los 3 periodistas ecuatorianos del El Comercio.
A pocos días del lamentable suceso, el gobierno del Ecuador se llenaban la boca diciendo que es una tragedia, pero no tomaba cartas en el asunto, recuerdo haber visto en CNN a Fernando Rincón entrevistando a un especialista colombiano que se ofreció a dar apoyo para negociar un rescate y ninguna autoridad del Ecuador aceptó de manera oficial la ayuda, el embajador de EEUU también ofreció ayudar y María F. Espinosa no dijo ni gracias, Cesar Navas Ex Ministro del Interior del Ecuador fue un blando que no tomó medidas radicales, ¿Qué es lo que ocultan?. Los militares ecuatorianos gracias a las reformas que hicieron los de AP y su gran líder están atados de manos y no pueden hacer mucho, la frontera es una coladera, que entra y sale todo el mundo y no podemos, ni si quiera pedir un record policial. Para el gobierno de Colombia esto es un hábito y han aprendido a vivir con esta amenaza. Yo me acuerdo qué, cuando había barricadas al rededor del Palacio de Carondelet en los tiempos del Ratael, no podía pasar ni un mosco y obvio en la Plaza Grande el peligro más grande es que asome un borrachito, a pedir caridad de manera violenta, pero con un par de monedas se pasa del mal rato.
En los tiempos de la Base de Manta no recuerdo que haya casos como este, donde está la soberanía territorial de la que se jactaba el excelentísimo Ratael. Por alguna parte leí que la cantidad de desaparecidos en la última década supera en mucho al número de desaparecidos en los gobiernos posteriores a la dictadura militar de Rodríguez Lara. La desaparición de personas es una característica primordial de gobiernos autoritarios dictatoriales.
La policía y las fuerzas armadas están para reprimir, perseguir e intimidar a opositores políticos, estudiantes, periodistas si tienen lo que se necesita en medio de las piernas y ahora no pueden hacer nada por las absurdas leyes o no quieren hacer nada porque los grupos armados que secuestraron a los periodistas son más bravos y peligrosos.
Las muestras de solidaridad solo fueron de parte de los medios de comunicación porque son colegas, hace algún tiempo cuando hubo unos atentados en Francia la muestra de solidaridad fue generalizada, un montón de adefesiosos cambiaron su foto de perfil sombreada con los colores de la bandera francesa, no quiero ni recordar cuando se incendió la Catedral de Notre Dame, hasta vaca hicieron para reconstruirla. La falta de importancia que le dio la población a este atroz crimen es reprochable y ahora ni se acuerdan, me pregunto si fueran igual de indiferentes si los secuestrados fueran unos futbolistas, solo para demostrar lo superficiales que hemos llegado a ser, hoy se está viralizando la noticia de un partido de fútbol que fue suspendido a los 17 minutos por culpa del Covid y la gente presenta sus quejas por la suspensión y no por la preocupación de que se propague la enfermedad.
Debemos ponernos en los zapatos de los familiares de las víctimas e imaginar el profundo dolor que deben estar sintiendo. No tengo palabras para describir la impavidez que nos invade.
Me hubiera gustado ver cotorreando a María A. Vicuña que en ese tiempo era vicepresidente, Gabriela Rivadeneira, Rossana Alvarado, Marce Aguiñaga, Ma. Augusta Calle y a Doris Solís, asambleístas viudas del Correato, en favor de los periodistas, de la misma manera que andaban cotorreando para que se permita asistir al torpe del Maduro a la cumbre de las Américas en el Perú. Para defender lo indefendible si son número uno, pero para trabajar por una causa justa son un cero, pero obvio a la izquierda.
Esto es lo que pasa cuando se tiene gobiernos que son alineados con el SSXXI, se cubren entre sí y las victimas de estos horribles crímenes serán olvidadas.
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